El trabajo infantil es un flagelo que no cesa, pero a los niños mendocinos que deben trabajar para poder subsistir se suman los inmigrantes del Norte del país y los bolivianos que llegan junto a sus padres para levantar la cosecha. La Comisión Provincial para la Erradicación del Trabajo Infantil (Copreti) y el Ministerio de Desarrollo Social acordaron instalar piletas en los 37 centros de desarrollo infantil para albergar a esos chicos que llegan junto a sus padres.

    Estos centros se encuentran en zonas rurales y la idea del Gobierno es que funcionen como una guardería, con clases recreativas y deportivas para contener a los más pequeños mientras los padres trabajan. Gabriel Conte, titular de la Dynaadyf, remarcó, además, la necesidad de profundizar la responsabilidad social empresaria por parte de quienes ofrecen empleo a los niños. El llamado a la reflexión para los empresarios que utilizan a los más pequeños como mano de obra barata se profundiza todos los años en tiempos de cosecha. Sin embargo, el pedido no encuentra eco.

    Conte sostuvo que la problemática se ha planteado a legisladores de Bolivia y otros representantes de esa comunidad, quienes se comprometieron a trabajar activamente para evitar el tráfico y la explotación infantil. Si bien en la provincia no existen números de este flagelo, las cifras oficiales del país señalan que 1.900.000 niños trabajan. Según datos de Unicef, 800.000 están en la provincia de Buenos Aires y 400.000 se encuentran en el Norte del país.